¿Tus digestiones son pesadas pero desconoces por qué?
Cada vez escuchamos más a menudo hablar de intolerancias alimentarias, SIBO, alergias… Las digestiones pesadas siempre tienen un origen que podemos detectar y tratar. ¿Quieres saber más?
Cuando compramos algo de comer en el supermercado, resulta imprescindible que su etiquetado sea el correcto. Una vez hayamos identificado a qué ingredientes sufrimos intolerancia, si el producto ha pasado por un análisis de alérgenos en alimentos podremos decidir si comprarlo o no.
Digestiones pesadas por un mal etiquetado
No es que una etiqueta errónea provoque una mala digestión, lógicamente, pero sí que puede llevarnos a consumir alimentos que en realidad nos perjudican.
En España, las cifras actuales muestran que:
- Un 3% de los adultos padece alguna alergia alimentaria
- En el caso de los niños se trata de un 3.7%
- Respecto a las intolerancias, la estadística se dispara
Algunas de las manifestaciones sintomáticas más comunes de alergias e intolerancias son la diarrea, náuseas, dolor de cabeza, dolor abdominal, fatiga, acné y otros problemas de la piel…
Además, el daño a nuestra microbiota puede llevarnos a sufrir episodios de depresión y ansiedad.
Cuidar lo que comemos es clave, pero también debe serlo por por parte de las compañías alimentarias al etiquetar correctamente los alérgenos de sus productos.
¿Qué dice la ley?
La normativa vigente, de obligado cumplimiento, especifica en el Reglamento de la Unión Europea 1169/2011:
- Cualquier alimento que contenga algún ingrediente que pueda producir alergia o intolerancia alimentaria en la población deberá ser identificado y correctamente etiquetado.
Eso significa que cualquier empresa del sector agroalimentario que fabrique o distribuya productos que puedan contener alérgenos, debe realizar un análisis de los productos alimenticios.
Este tipo de controles solo los pueden llevar a cabo laboratorios autorizados que ofrezcan todas las garantías de seguridad y transparencia.
Los pasos para realizar un análisis de alimentos son:
- Recogida de muestras: se extrae una muestra representativa para su análisis. Esta fase consta de tres pasos que son el muestreo, la toma de muestras y la preparación de dichas muestras. Los recipientes en los que se contienen deben ser aptos para ello, fabricados normalmente en vidrio o polietileno.
- Tratamiento de las muestras: prácticamente cualquier muestra con tiene impurezas. Con el fin de que no interfieran en el análisis deben eliminarse, para obtener así unos resultados precisos y fiables. Algunos de los tratamiento a los que se someten estas muestras para conseguirlo son la extracción con disolventes, destilación, descomposición, desalado, separación química, enmascaramiento, clarificación, decoloración, cromatografía y concentración.
- Análisis y detección: existen muchos métodos posibles para esta fase. Determinar cuál es el adecuado dependerá de la naturaleza de la muestra, el contenido del componente analizado y los componentes de interferencia.
- Registro y procesamiento de los resultados: debe realizarse siguiendo los protocolos y métodos establecidos para asegurar la objetividad y la precisión absolutas de los datos obtenidos.
¿Qué conseguimos con un correcto etiquetado?
Gracias al análisis de los alimentos, obtenemos información sobre:
- Composición y valor nutricional de alimentos y preparados
- Identificación de alérgenos
- Identificación de contaminantes microbiológicos
- Etiquetas de información nutricional
- Declaraciones de ingredientes
- Compuestos bioactivo de los alimentos
- Cálculo de la caducidad
- Evitación de intoxicaciones alimentarias
- Cumplimiento de la normativa
¿Termina esto con las digestiones pesadas? Pues en cierta manera sí, ya que un correcto etiquetado nos permite saber qué contiene exactamente lo que vamos a comer, evitando así aquellos ingredientes que nos hacen daño.
En el caso de las empresas alimentarias, los beneficios de someter sus productos a estos análisis son numerosos, como acabamos de ver, además de que velan por la salud de los consumidores.
No podemos olvidar que también depende de nosotros mantener los alimentos en un buen estado de conservación con el fin de evitar intoxicaciones, ya que esto es crucial para una salud digestiva óptima.