¿Qué es la fisioterapia oncológica?
La Fisioterapia oncológica es una gran desconocida, y no sólo para el gran público. Aquellos que se dedican no dudan en decir que aún hoy en día, e incluso en el propio sector asistencial, existe un gran desconocimiento sobre los avances que se han producido y todo lo que los fisioterapeutas pueden hacer frente al cáncer, hasta y todo de manera preventiva.
Gracias a los grandes pasos adelante que la medicina ha hecho en los últimos años, hoy en día el cáncer -en un alto porcentaje de casos- ya no es siempre una enfermedad incurable, y es en este contexto que la Fisioterapia tiene cada vez más cosas a hacer ya decir.
El Colegio de Fisioterapeutas de Cataluña (CFC) cuenta con una Comisión de Onco-Hematología y Cuidados Paliativos, coordinada por Carolina Garcia. En su opinión, “es verdad que cuando la mayoría de personas piensan en la Fisioterapia, suelen pensar en el mundo del deporte y en traumatología, y como mucho en cuestiones de Fisioterapia respiratoria o pediátrica”. En este sentido, la fisioterapeuta oncológica Montserrat Gironès (fundadora de la asociación gAmis y pionera del Protocolo de prevención del linfedema, en 1997), se atreve a ir aún más allá cuando afirma: “mucha gente reduce la Fisioterapia en las lesiones traumatológicas o deportivas “.
De ahí que, desde una perspectiva profesional y colegial, sea importante hacer divulgación y pedagogía en el conjunto de la sociedad (incluidos los otros colectivos sanitarios y los propios fisioterapeutas), y este es precisamente uno de los objetivos principales de la Comisión de Onco-Hematología y Cuidados Paliativos del CFC. Hay que hacer más visible la Fisioterapia oncológica, porque al desconocimiento general se suma que el cáncer, a pesar de los avances que se hayan hecho, sigue acumulando tabúes y miedos casi ancestrales que a menudo cuestan de superar. “Es verdad que sigue existiendo un gran miedo a la enfermedad y una cierta creencia popular de que ante el cáncer no se puede hacer nada, lo que no es verdad”, opina Carolina Garcia.
Desde la experiencia acumulada a lo largo de los años, Montserrat Gironès, que comenzó a ejercer la Fisioterapia 1969, recuerda que en aquellos años, como auxiliar de fisioterapeuta que era, “sólo rehabilitàvem la poliomielitis y, después, ya nos enviaron puntualmente algún paciente que se había roto una pierna … “. Con lo cual, de Fisioterapia oncológica, se empezó a hacer alguna actuación hacia finales de los años noventa del siglo XX, es decir, no hace ni veinte años. “Cuando en el Hospital Clínico comenzamos a trabajar en Fisioterapia con el cáncer de mama en 1997, hablar de Fisioterapia oncológica todavía sonaba un poco a ciencia ficción. Y era una práctica casi excepcional, como un lujo hospitalario que se producía a partir de que algún médico se iluminaba un buen día y le recomendaba al paciente un fisioterapeuta “, afirma.
Hoy en día, sin embargo, aunque todavía queden muchas asignaturas pendientes, el papel de la Fisioterapia oncológica ha cambiado de una manera muy trascendente a raíz de los avances que se han hecho en el campo de los tratamientos curativos y de los sistemas de detección precoz. El cáncer ha pasado de ser una enfermedad incurable a convertirse en una enfermedad casi de carácter crónico, dado que cada vez hay más pacientes que se acaban saliendo.
Por todo ello, en palabras de Carolina Garcia, “la Fisioterapia oncológica, actualmente, juega un papel determinante antes, durante y después de la detección de la enfermedad”. Es, por tanto, un proceso que comienza en el terreno de la prevención. “Desde la Fisioterapia, debemos prescribir actividad física regular para que al final todos los estudios apuntan cada vez más que un factor importante a la hora de sufrir o no sufrir cáncer es el tipo de vida que lleves”. En este sentido, incluso cuando ya se ha diagnosticado la enfermedad, hay estudios que sostienen que la actividad física es un factor preventivo de cara a posibles recaídas.
Aún en el terreno de la prevención, y una vez la enfermedad ya es un hecho, “si, por ejemplo, nosotros sabemos que el paciente debe recibir un tratamiento de quimioterapia que le dejará con menos fuerza muscular, siempre podemos hacer un trabajo preventivo para que el paciente llegue en las mejores condiciones a recibir el tratamiento y los efectos no sean tan agresivos “, explica García. Porque es bien sabido que los tratamientos en oncología tienen una serie de efectos secundarios importantes, con la particularidad -como es el caso de la radioterapia-, que no se detienen al final del proceso, sino que pueden prolongarse bastante tiempo.
Como dice Montserrat Gironès, “el fisioterapeuta debe estar en oncología desde el principio pero, en cambio, muchos de los profesionales médicos o sanitarios todavía piensan que nosotros ya nos llamarán si hace falta. Así que nos convoca cuando las cosas ya se han complicado excesivamente y resulta que, posiblemente, no se hubieran complicado tanto si hubiera habido un fisioterapeuta desde el principio “.
Cuando la enfermedad avanza, la Fisioterapia oncológica también tiene su papel, al poder implicarse en todos los aspectos, ya sean neurológicos, respiratorios, musculares, de suelo pélvico … No es ni el antes ni el después, es el “durante” de la enfermedad. “También hay que decir que nosotros no hacemos nada diferente de lo que hacen el resto de compañeros fisioterapeutas, es decir, las técnicas que utilizamos son las mismas”, añade la coordinadora de la Comisión de Onco-Hematología y Cuidados Paliativos de CFC .
Finalmente, otra fase del proceso, se produce en los casos que la enfermedad no se puede curar con el objetivo de paliar sus síntomas. “Aunque sea contribuir con la Fisioterapia a que el paciente pueda ir solo al baño o que la familia lo pueda ayudar, eso ya es una gran motivación: son pequeñas cosas que te permiten tener una calidad de vida que es necesaria y te hacen la vida mejor “, añade Carolina Garcia.
Sin lugar a dudas, sin embargo, uno de los aspectos más divulgados de este ámbito de la profesión es la prevención y la lucha contra el linfedema, y las posibles complicaciones derivadas de los tratamientos oncológicos (molestias en el hombro, cansancio, dolores musculares, etc.) en el caso del cáncer de mama “. El linfedema es una inflamación crónica del brazo es una consecuencia de la extirpación de los ganglios de la axila, lo que provoca una acumulación de la linfa en los tejidos del brazo y, por tanto, dolores, molestias, dificultad de movimientos y problemas estéticos . Diversos estudios demuestran que la intervención de un fisioterapeuta a tiempo puede prevenir su aparición. En este sentido, Montse Gironès es una auténtica experta. Durante años fue fisioterapeuta del Servicio de Rehabilitación del Hospital Clínico de Barcelona y coordinadora de (gAmis) Grupo de Ayuda de Mama y Salud, una asociación vinculada al Hospital Clínico de Barcelona creada en 2000 por un grupo de mujeres afectadas de cáncer de mama. En este caso, todas sus acciones van dirigidas a fomentar el apoyo mutuo entre las asociadas, el intercambio de experiencias y la mejora de la información sobre la patología, ayudando a las afectadas desde diversos ámbitos. Aunque ahora jubilada, Gironès no lo duda: “la idea siempre ha sido que hubiera una asociación vinculada a un hospital como una manera de llegar antes y mejor al diagnóstico, pero también es verdad que, a menudo, hay médicos y profesionales sanitarios que no ven bien del todo estas asociaciones porque consideran que se acaba dando demasiado poder al enfermo “.
En el camino todavía a recorrer también está el de la formación. “Hoy en día, no tenemos ningún tipo de formación en Fisioterapia en oncología propiamente dicha”, reconoce García. No existe una formación reglada de Fisioterapia en oncología, lo que hace que el desconocimiento hacia este ámbito profesional agrave incluso entre muchos jóvenes fisioterapeutas. “Los hay que no saben casi nada, y los hay que encuentran que es un ámbito de la Fisioterapia que tiene poco recorrido y que, incluso, es incómodo”, remacha el clavo Montserrat Gironès. La mejora de formación y, en consecuencia, de su visibilidad desde la base profesional, es uno de los grandes retos de la Fisioterapia oncológica. La petición de más prácticas hospitalarias en las escuelas universitarias es una de las demandas de esta comisión colegial.